viernes, 24 de mayo de 2013

LA "IMAGEN" DE SAMAEL

Todos los seres humanos convivimos, a lo largo de nuestra existencia, con "imágenes" simbólicas, "ideales" que nos fijamos imitar y desarrollar en la vida.
En la niñez, nuestras "imágenes", nuestros "ideales" a seguir son nuestros padres físicos. Vemos a nuestros padres como seres perfectos, sin errores, que actúan ante las circunstancias de la vida con sabiduría y deciden nuestros pasos en el desarrollo de nuestra personalidad.
Con el paso de los años, y nuestras experiencias en la convivencia familiar, en el encuentro con nuestros amigos, y especialmente en la etapa escolar comenzamos a darnos cuenta que nuestros padres no son tan perfectos como nos imaginamos.
Descubrimos que otras personas actúan diferente ante distintos problemas de la convivencia. Notamos reacciones que no nos agradan, sufrimos por decisiones que nos afectan y castigos que creemos no merecer.
Lentamente, poco a poco, cambia la "imagen" de perfección que nuestros padres tenían.
En la adolescencia, directamente comienza una lucha por ganar espacios en el ámbito familiar. Comenzamos a tomar nuestras propias decisiones, comenzamos a apartarnos de las imposiciones familiares, tratamos de desarrollar nuestra propia vida basados en nuestras experiencias  emocionales e intelectuales.
Llega un momento en que debemos apartarnos de nuestros padres,lograr  la independencia económica y social. Nos encaramos a luchar por nuestras propias relaciones humanas, intentamos formar una pareja y crear nuestra familia, nuestra descendencia.
Allí, cuando nos alejamos de nuestro hogar paterno, la "imagen" de nuestros padres decididamente ha cambiado. Ya hemos descubierto sus errores, sus defectos, sus faltas. Y en la lucha por formar nuestra propia familia nos enfrentamos a situaciones sociales, laborales y familiares muy complejas, que nos exigen actuar según los consejos paternales o encaramos nuevas soluciones ante las dificultades de la vida material.
Y llega el momento en que, ante las decisiones que tomamos y sus consecuencias, comparamos nuestras actitudes con los consejos, las acciones, las determinaciones de nuestros padres en el pasado.
Y de esa comparación surge una nueva "imagen" paternal. Ya conocemos los defectos, las equivocaciones, los aciertos, las dudas de nuestros padres en la lucha por la vida. Y valoramos sus aciertos, reprochamos sus errores, asimilamos sus triunfos, respetamos sus derrotas...
Porque, al fin y al cabo, nos damos cuenta que nuestros padres eran seres humanos como nosotros, imperfectos y a la vez magníficos, vulnerables y a la vez invencibles, Y surge una "imagen" nueva. Una "imagen" completa, que reúne virtudes y defectos, y que define nuestra relación definitiva con nuestro padre y nuestra madre física.
Para completar esta "imagen" ocurrió algo inevitable: vivimos nuestra propia vida, vivimos nuestras propias experiencias.

¿Cómo relacionar esta "imagen" con Samael?

Sencillamente, Samael es nuestro "padre" espiritual. Es el Maestro que elegimos voluntariamente seguir como "gurú", nuestro introductor en el mundo del esoterismo.
Y aquí es donde debemos comprender nuestra relación con Samael y la Gnosis. Si no trabajamos internamente, si no Despertamos Consciencia, nos vamos a detener en la etapa de la niñez espiritual.
Defenderemos a capa y espada la perfección de nuestro "Padre Espiritual", sin atribuirle ninguna falta, sin cuestionar nada de lo que dijo o hizo.
Nos asimilaremos a un fanático religioso, incapaz de discernir una enseñanza, aferrados a dogmas y teorías que aceptamos como ciertas pero que no hemos experimentado.
Esta etapa, la "niñez espiritual", nos impide debatir, confrontar ideas o conceptos opuestos a nuestras creencias. No podemos ver otro enfoque de una enseñanza, una teoría nueva o un concepto renovador de la sabiduría.
Si nos decidimos a practicar la enseñanza, si experimentamos lo que tenemos aprehendido en el intelecto y lo llevamos al terreno de la experiencia directa,  logramos nuestras propias conclusiones, surge una comprensión distinta de esa "imagen", de ese ideario de nuestro "padre espiritual".
Dejamos atrás la "niñez espiritual" y vemos con un enfoque renovado a la enseñanza y al Maestro.
Y si logramos Despertar Consciencia, alcanzar nuestro desarrollo interno, podemos decir que alcanzaremos la "madurez espiritual". Y allí tendremos una "imagen" distinta de Samael y de la Gnosis. Que puede coincidir, o no, con nuestras creencias actuales, con nuestras convicciones de hoy.

Todos los estudiantes gnósticos del mundo nos encontramos en alguna parte de este desarrollo espiritual, pero debemos superar la etapa de "niñez espiritual" para completar la Obra de Samael.

                                                                   "... haz que tu Luz Brille ..."

Alejandro Zalazar